Ven, Toca,
Prueba, Huele, Repite


Valle del Cinca

Nos ponemos el mono de trabajo, nos calzamos bien las botas, aún llenas de barro del día anterior, y nos adentramos en el campo hasta perder de vista el cemento y a veces incluso la cobertura. Trabajamos duro, por supuesto, pero a veces esto es incluso mejor que un spa. ¿Te apetece un poco de aire fresco?

Los árboles siguen desnudos de flores y frutos, como dormidos, pero el rocío de la madrugada, que se posa aún delicado encima de los tallos y las ramas, está alimentando ya a los cerezos que veremos florecer en unos meses. ¿Te imaginas el espectáculo?

La temperatura ha subido y eso nos reconforta. Lo aprovechamos para seguir perdiéndonos entre el olor a tierra mojada y los extendos campos que aún nos quedan por explorar.

Después de visitar los cultivos de kiwi llegamos a la joya de la corona. Los campos de albaricoques, melocotones, nectarinas, paraguayos y platerinas nos estaban esperando, vacíos, silenciosos, muy alejados del ritmo frenético que viviremos en primavera y verano donde la fruta madura bajo el sol y los temporeros, que la recogen una a una con extrema delicadeza, llenan el campo de vida.

Llevamos más de 50 años dedicándonos a esto y nunca nos cansamos de estos parajes, de estas vistas privilegiadas, de vivir pegados a la naturaleza y, sobre todo, de cuidarla para que dé los mejores frutos. Solo así, pueden disfrutarla nuestros clientes en todo el mundo.